19.5.04

Rumor confirmado

Corre el rumor de que ahora hablo menos.
Probablemente, es cierto.
Pienso que sólo los dogmáticos y rígidos defensores de la unicidad creen en la inmutabilidad. En un mundo sometido a constante evolución ellos son los monstruos.

Hablo menos, observo más.
Y no sólo: interiormente, también callo más. Someter mi pensamiento egocéntrico es una guerra constante de atención. En cualquier momento, surgen escaramuzas, asedios. Mis poemas sobre el egocentrismo constituyen un auténtico logro por que este modo de pensamiento invisibiliza el mundo y el propio pensamiento.

Hay otras razones para el silencio: distancia, soledad.
Solemos pensar que conocemos a quienes tenemos cercanos. Un pensamiento de tipo intuitivo que te permite funcionar a diario sin tener que hacerte preguntas a cada momento. Pero las intuiciones basadas en la costumbre son una enfermedad de peor pronóstico que el egocentrismo. Todo está en un constante fluir. Reconocerse -amarse- debería ser el primero de nuestros pensamientos al levantarnos. Pero quién hace ese esfuerzo?

Cuando topamos con alguien por vez primera, cuando entreabrimos la puerta de nuestra vida, tenemos todo un camino ascendente por delante, pasos y pasos en pos del reconocimiento mutuo, de saber del otro. Luego llega un momento de estabilización, una meseta. Quizá ha pasado la chispa y tememos darnos demasiado. Tal vez cerramos la puerta incluso. Después pretendemos creer que sabemos mucho del otro. Estamos tan ciegos que lo vemos como una figura inmutable.

Pero todo está en un constante fluir.