12.1.05

Escritor (declaración de 2005; v.1.0.)

Escribir es experimentar, porque lo contrario sería ejercer un aburrido dominio técnico y muerto sobre el papel. Nunca querría saber de antemano que voy a escribir pues necesito fluir en mis propias palabras, seguir un cierto instinto indeterminado. Los imitadores son falsos escritores. Siempre busco encontrar mis propias palabras; otra búsqueda es absurda. Carece de sentido la ausencia de originalidad.

El arte de escribir llevado al extremo se convierte en una enfermedad. Como escritor creo el mundo a la medida de mis deseos, mi moral, mis limitaciones, mi peculiar concepto de la existencia y del propio arte. Únicamente en este extremo hay verdadera creación. Mi único criterio para el verdadero arte es este. Sé cuando escribo falsamente y cuando soy un dios. El dios emana enfermedad; mi escritura es depravada.

La escritura nunca es vida. Pero escribir permite recreaciones, paladeos, ampliaciones, expansiones de la vida. Como escritor soy un monstruo mental, enfermedad que me lleva a alcanzar estados de conciencia inalcanzables a los diletantes. Mis palabras alcanzan tal perfección que emulan la vida, pero son sólo palabras que en su perfección volverán a engañarte al drogar tu cerebro con una sensación que percibirás como vida.

La escritura siempre es real y siempre es ficción: amalgama. Nunca ha existido una división en este asunto; no hay debate. No puedes buscar en lo que escribo ninguna señal más allá del propio texto. Lo que lees perfora tu mente de modo único e intransmisible, ese es tu placer y tu dolor, radicalmente indivisibles. Mi literatura, masturbación y semen, alcanza el éxtasis en la soledad de tu orgasmo.

Publicar, vender, alcanzar éxito según las convenciones de nuestro tiempo son parámetros ajenos al acto de escribir, a lo sumo ecos de la creación que, en su devenir, nunca deben ser empleados como criterio de calidad. En ese sentido, reniego de antemano de cualquier alabanza nominal. Yo soy la medida de mi propia escritura. El dios creador, brillante, enfermo, depravado. Carece de sentido otro criterio.

Por supuesto, no se trata de escribir cualquier cosa. Se trata de hacerte una herida. Derrumbar tus barreras mentales, reconfigurar tu percepción del mundo. Cuando escribo de verdad siempre sangro. Sangrando cambio mi vida. Es una embriagadora alquimia en negro y rojo. Ante tal entrega exijo una devoción equivalente. Alcanzarás mi reconocimiento exclusivamente si estás dispuesto al sacrificio.