29.6.04

Espejo

En la literatura, siempre fue un clásico.
Borges o Nabokov, por citar dos grandes, mostraron su particular obsesión al respecto.

Pero no conozco a nadie que llegara tan lejos como yo he llegado...

Hace algo más de dos años cometí un crimen.
Reconozco que fue un acto sádico, lleno de violencia -y de sentido!-.
De la destrucción, como tantas veces, destilé la mejor esencia para la creación de un poema inmortal –todo lo inmortal que pueda ser un poema– que se arroga como prueba irrefutable del asesinato.

Tras éste, difícilmente volvió a reflejarse mi imagen en el mundo...

Pero algo más extraño ocurrió aún.
En mi interior, como un cáncer de azogue, enraizó la tragedia.
Uno a uno, os marchastéis de mi vida.

Tardé en intuir el poder de la metáfora...

Ahora me conozco mejor.
Sé que al mirar profundamente en tus ojos te ves reflejado en mí.
Sé que ésta intolerable mirada te desnuda, muestra tus limitaciones, revela tus vetas ocultas, ilumina tus deseos prohibidos.
Sé que la mirada te supera.

Como no tienes valor para enfentarme, escapas...