14.10.04

Rutilante

Muchos días administro mí tiempo con ritmo improvisado: agradable devenir –impredecible– que cuestiona crudamente la dictadura de la máquina.

Mi estilo de vida –de eso se trata– es una rareza en su concepto, su diseño, su ejecución. La belleza de esta extravagancia no comprada con dinero resulta exuberante para los grises cerebros donde se ejecutan programas de normalidad y anulación creativa.
Sé que mi derrota es anhelada en secreto por viles sectores opacados por el brillo de una vida que transita ingrávida sobre el mar del miedo: que se jodan.

También presiento oscuros rincones, sucios engranajes programando mi futuro: rigidez, pesadumbre, muerte.
Esta idea de pesadilla me lleva a la experimentación: sangro mis encías, tomo violentas fotografías digitales. Cada instantánea es una plasmación de roja vida, salvaje fuerza que aniquila las convenciones.

La vigencia de mi sueño es la luz de esta noche.