Regreso en silencio.
Encuentro la ciudad gélida y siento, sencillamente, de Madrid siempre amaré este frío.
Un amor violento.
Quise decelerar unos días, pero lo cierto es que no me resultaba necesario, el tiempo se encuentra detenido; no se trata de un milagro, se trata de mi victoria.
Y qué coño, me sonrío por estos meses que he conquistado para mí. Paso de la puta letanía acerca del trabajo… vla vla vla.
Es cierto, sólo son meses y todo presiona en contra, pero nada va a robarme esta satisfacción visceral.
Last night –practicando el dialecto jajajaja– cuatro testigos vieron arder el asfalto de la m-30; reguero incandescente, ziz-zag rojo violeta, brutal, innecesario… de repente estaba rimando llamas a ciento ochenta.
Mera velocidad, mera violación.
Pienso que todas estas uves van a traerme la imprecisa suerte.
También verdad; vida.
Y la siguiente etapa del camino: volar a Londres.
[Antes, incluso, firmaré mi contrato editorial: veni, vidi, vinci.]