9.8.04

Tedio

Voy aprendiendo que la acción neutraliza este sopor, me rescata de la abulia crónica, ralentiza la inevitable llegada de la segunda de mis némesis.
Pero ahí está. Se agazapa en un libro o detrás de un verso, me espera en una esquina dónde se me insinúa... no le hago caso y aparece más tarde, en el metro o en otra mujer, en la sombra de su lápiz de labios, en su rostro algo ajado. Al intuirlo, lo esquivo.
Pero su presencia cercana me ha hecho sudar y tengo que darme una ducha... cierro los ojos, el agua resbala... surge del sumidero, envuelto en pelos y uñas hinchadas.
Corro desnudo, alocadamente, su aliento detrás detrás detrás... ya veis que es una escena que tiende al desatino.

Me alcanza.
Besa con labios paralizantes.
No puedo más.
Viola mi ánimo...

[Tumbado en el suelo.]

Mi pensamiento se vuelve sombrío.
Encuentro una mayor predisposición a la irracionalidad.
Mi cerebro queda bañado por oleadas de aburrimiento, odio, furia, frustración… el cuerpo se acerca a un estado catatónico.
Saturación...

[Posición fetal.]

Me convierte en un despojo.
Estoy aplastado por su peso insuperable.
Vuelven a mí consabidas ideas de suicidio.
Me pesa tanto que le concedo la T. Es indiscutible, literalmente mayúsculo.
Te quedarás mucho tiempo ésta vez?
Negrura…

[Coma.]

Sé que llega un momento de luz.
No asociado a ningún evento del mundo exterior.
Emerjo desde las sombras, solo, pleno de energía, depurado, lo cual me lleva a pensar en un ritmo propio, tal vez obligatorio para la renovación.
Termino por pensar –necesariamente– en una pauta biológica.
Un ciclo.